12 tendencias de diseño y arquitectura sostenible que están dando forma a las urbes del futuro.

Por Eduardo García.

Cuando pensamos en futuro y tratamos de responder esta pregunta, puede venirnos a la mente la ciencia ficción, que ha permitido a tantos autores hacernos soñar y trasladarnos a utopías o distopías de lo más insólitas y lejanas, o muchas veces, temerosamente cercanas. Ciudades como Trantor de Asimov, la versión distópica de Los Ángeles de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? con su adaptación en Blade Runner), Metrópolis, la ciudad-planeta Coruscant de Star Wars (aunque esta última fuese hace mucho mucho tiempo)… Se nos han presentado ciudades con impresionantes rascacielos, mucha tecnología, vehículos voladores y robots que realizan tareas cotidianas.

La realidad es que las ciudades crecen y actualmente más de la mitad de la población mundial vive en ellas y se espera que este porcentaje aumente, dejando para 2050 un escenario de alrededor del 70% de personas viviendo en ciudades. Ya hay 8.000 millones de personas en el planeta y la superpoblación de las ciudades es un verdadero problema en términos de gestión de recursos, contaminación y falta de espacios verdes. Consumen el 78% de la energía mundial, producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 52% de la contaminación del planeta se concentra en 25 ciudades. Casi el
90% de la población urbana respira aire con niveles de partículas superiores a los recomendados por la OMS. Todo esto teniendo en cuenta que las ciudades ocupan solo el 2% de la superficie de la Tierra.

Teniendo en mente estos problemas ¿Cómo van a ser las ciudades del futuro? ¿ocupará la sostenibilidad un papel protagonista?

El otro día me tope con “En L’An 2000”, una serie de ilustraciones futuristas dibujadas por Jean-Marc Côté y otros artistas, publicadas en Francia en entre 1899 y 1910 que se incluían en cajas de cigarrillos y puros y, más tarde, se convirtieron en postales. Un esfuerzo creativo impactante y visionario. En estas preciosas y originales ilustraciones podemos atisbar inventos parecidos a actuales… pero no del todo. Vemos los gérmenes de los robots de limpieza, drones para incendios y reparto o  agricultura automatizada, pero basados en los medios y tecnologías de la época. Y es que nuestro cerebro está programado para pensar de forma lineal. ¿Qué los automóviles van cada vez más rápido? Pues en el futuro volarán. ¿Los robots empiezan a formar parte de nuestra vida? En el futuro todo estará automatizado. ¿Se hacen edificios cada vez altos y ciudades cada vez más grandes? En el futuro serán 10 o 100 veces más altos y grandes, hasta ocupar la Tierra entera como en Coruscant. Corremos  el riesgo de, al intentar idear el futuro, basarnos más en de donde venimos que en el lugar al que queremos llegar.

Fuera de las páginas de tinta y del celuloide, cada año vemos nuevos proyectos de ciudades futuristas en la vida real. Ciudades con lienzo en blanco como el proyecto de The Line en Arabia Saudita (una ciudad-cinturón de 170 kilómetros de desarrollo urbano reinventado con múltiples comunidades hiperconectadas, con espacios naturales y transitables); Oceanix City (una ciudad flotante y autosuficiente de 10,000 habitantes construida a partir de islas hexagonales ancladas al fondo del océano); o Masdar en Abu Dhabi (una gran metrópolis ecológica en el desierto que emplea tecnologías limpias y energías renovables, con el peatón como protagonista)… son algunos de los ejemplos.

Sin embargo, hoy quiero desarrollar dos ideas:

La primera es que la ciudad y tecnología están al servicio de los ciudadanos, de un propósito, y es tarea nuestra identificar qué problemas queremos resolver, por qué y cómo posicionarnos como diseñadores y agentes de cambio de estas futuras urbes; y la segunda idea: que el cambio no se trata solo de construir nuevas ciudades «perfectas» desde cero, sino de transformar las actuales. Y posteriormente, con esta mentalidad, identificar una serie de tendencias en diseño y arquitectura sostenible que están moldeando las ciudades del futuro.

Creo que es muy importante el posicionamiento (¿cómo te imaginas tú el futuro? ¿qué cambio quieres ver (o más bien, ves que necesita) el mundo?), porque te da las claves para poder impactar verdaderamente en nuestra sociedad y en nuestro planeta y para encontrar parte de tu propósito en la vida, lo que realmente quieres hacer. En mi caso, desde siempre me ha apasionado idear el futuro de las ciudades y pensar cómo la sostenibilidad debería ser el núcleo del cambio. Cuando tenía entre 5 y 7 años me encantaba la naturaleza y soñaba con ser ingeniero/arquitecto e inventor, y cuando con 10 aproximadamente hice una maqueta de una central hidroeléctrica, la sostenibilidad se añadió a la ecuación. Y desde entonces hasta ahora con 25 años, he fundado tres startups relacionadas con sostenibilidad e impacto social e inventado productos como un vehículo que genera electricidad con el sol, una mesa y un pabellón solar, una microcasa autosuficiente, un aerogenerador portátil o robots repartidores.

Cuando se habla del futuro de las ciudades, escuchamos el concepto de “smart city” (ciudad inteligente). Para entender qué es una smart city comenzaré presentando los términos «ciudad» e «inteligente» por separado. Una ciudad se considera, según Naciones Unidas “un área urbana que suele comenzar con una densidad de población de 1.500 personas por milla cuadrada, pero varía según los países”. (Anthopoulos, 2017). Inteligente connota una categoría de productos, servicios y sistemas en los que las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) desempeñan un papel importante para realizar tareas. Inteligencia por lo tanto debe ser la habilidad de resolver un problema, de conseguir un resultado deseado (como la sostenibilidad). Ser inteligente para una ciudad debería implicar “direcciones estratégicas a través de nuevas políticas y programas con el fin de lograr un desarrollo sostenible, un crecimiento económico sólido y una mejor calidad de vida para las ciudades”. (Al-Nasrawi, Adams, & El-Zaart, 2015).

No es de extrañar que haya otro término, “sustainable/green city”, que pretenda hacer más hincapié a la misión de las ciudades de reducir la huella ecológica y mejorar la vida de sus ciudadanos. Al igual que se deben diseñar productos poniendo al usuario en el centro (user-center roduct design), se deben diseñar las ciudades poniendo al ciudadano en el centro (llamémoslo citizen center city design). Una ciudad inteligente no es inteligente por y para sí misma, sino que lo será si crea valor público para las personas (Dameri & Camille, 2014).

Juntando las dos definiciones podemos definir “smart sustainable city” como aquella ciudad capaz de utilizar los conocimientos, las TIC, el trabajo y la creatividad de sus habitantes con el objetivo de elegir mejores soluciones para el desarrollo de la calidad de la ciudad, y crear mejores infraestructuras para los ciudadanos desde el punto de vista del crecimiento económico, ecológico y social. Las ciudades presentadas como The Line, Oceanix o Masdar son proyectos ambiciosos y billonarios que permiten crear una urbe utópica con los problemas de sostenibilidad aparentemente cubiertos. Son proyectos top-down en los que contamos con un soporte monetario y medios inmensos para transformar la sociedad. Pero, ¿qué hacemos con las ciudades actuales?

Somos todos nosotros con los pequeños actos diarios, junto con las iniciativas bottom-up, startups, comunidades, empresas e inversores que apuestan por la sostenibilidad, los agentes quienes podemos moldear las ciudades desde abajo para transformarlas. Gota a gota. Y estos esfuerzos, unidos a políticas comprometidas para difundir las tecnologías (como las subvenciones a paneles solares, EV…) y sobre todo a I+D+Innovación podemos hacer un tándem perfecto.

Ahora bien, ¿qué tendencias en diseño y arquitectura sostenible se están empleando para idear las ciudades del futuro? He identificado 12:

1. Diseño biofílico: es un enfoque que busca conectar a las personas con la naturaleza a través de la arquitectura, diseño de productos y espacios. Incorpora elementos naturales (plantas, aire, agua, fuego), diseños inspirados en la naturaleza o biomimesis, materiales y texturas naturales, vistas abiertas o de refugio, luz dinámica… para evocar a la naturaleza con el objetivo de ayudar a que las personas se sientan mejor. El término “biofilia” se lo debemos al psicólogo Erich Fromm que en 1964 lo definió como “amor a la vida, la pasión por todo lo vivo”. El diseño biofílico y el ecodiseño, aunque muy similares, son conceptos con enfoques distintos. El diseño biofílico no se centra tanto en aspectos como la eficiencia energética o el uso de materiales sostenibles (que abordaremos más adelante), sino en la sensación de los usuarios.

2. Autosuficiencia energética: aquellos edificios, productos… que no necesitan una red de energía externa (al menos en una parte) para satisfacer la energía que consumen, sino que disponen de sus propias instalaciones de aprovechamiento de energías renovables. Y el siguiente paso son los que generan “energía positiva”, aquellos que producen más electricidad de la que consumen. Un proyecto así puede consistir simplemente en instalar un tipo de generador de electricidad (ya sea solar, eólico, hidráulico…) en el producto o cerca de él para alimentarlo. Sin embargo, en mi opinión, lo que de verdad es una innovación es el lograr integrarlo directamente en el diseño. Es decir, que el elemento generador de electricidad tenga una doble función: arquitectónico y de generación de electricidad.

Siempre que presento mis startups #MakeitSolar o Aloha Smart City empiezo con la frase: «la Tierra recibe del sol en 1 hora la cantidad de energía que consume el mundo entero en 1 año, ¿por qué no aprovecharla al máximo?». Algunas de estas prácticas, en particular las de solar PV ya tienen términos específicos como BIPV (Building Integrated PhotoVoltaics) para edificios, VIPV (Vehicle Integrated PhotoVoltaics) para coches o PIPV (Product integrated photovoltaics) para productos. Coches, muebles, ventanas… que generan su propia electricidad. A este tipo de proyectos les tengo especial cariño ya que desde que a los 7 años creé unas fundas solares para cargar mi móvil Nokia, he estado desarrollando productos como mesas solares incorporando paneles en la parte superior o en una sombrilla que la cubra, aerogeneradores portátiles, edificios con techo y vidrio solar, vehículos con techo fotovoltaico, farolas eólicas… Este tipo de proyectos ocupan la amplia mayoría de mi porfolio de inventos.

3. Gestión del agua: en lugar de luchar contra el agua, se utiliza para beneficio de la ciudad. Por ejemplo, la construcción de parques y jardines con sistemas de infiltración, la creación de zonas de retención de agua y el uso de techos verdes y azoteas para absorber el agua de lluvia.

4. Purificadores de aire: usando filtros naturales, como árboles que ayudan también a reducir las temperaturas o cultivos de musgo para filtrar contaminantes como las partículas y los óxidos de nitrógeno del aire. Pueden colocarse tanto dentro como fuera de los edificios.

5. Producción de comida y granjas verticales: producción de alimentos en espacios urbanos limitados. En las ciudades del futuro, se espera que la producción de alimentos y las granjas verticales sean una tendencia cada vez más importante, ya que permiten una producción de alimentos más sostenible, de metro cero, y reducen la dependencia de alimentos importados.

6. Ecodiseño, innovación en materiales y economía circular: el ecodiseño consiste en incorporar criterios ambientales en la fase de concepción y desarrollo de un bien o servicio, tratando de tomar medidas preventivas con el objetivo de disminuir los impactos ambientales en las diferentes fases de su ciclo de vida. Equiparando factor ambiental en el diseño de productos al coste, seguridad y calidad. Llegan innovadores materiales y procesos cada día, como es en el caso de la construcción usando algas, bambú, setas, musgo, plástico de océanos… como los utilizados  en mi proyecto Honu eco-Home, una micro casa ecológica totalmente autosuficiente en la que cada elemento estructural tenga también una función añadida (producción de energía en paredes, ventanas, suelo, techo y mobiliario; paredes con cultivos verticales; recogida de agua de lluvia en el tejado; reed-beds para el tratamiento de aguas grises; paredes y alfombras de musgo para purificar el aire, etc…) y fabricada con materiales sostenibles procedentes de la tierra (bambú, musgo u hongos) y el mar (plásticos oceánicos reciclados o biopaneles de algas).

7. Las microcasas: viviendas de pequeño tamaño, a menudo construidas con materiales sostenibles y diseñadas para minimizar el impacto ambiental. Están pensadas para ser eficientes desde el punto de vista energético.

8. Edificios modulares: módulos prefabricados, que se pueden ensamblar rápidamente en el lugar de construcción. Usan elementos reciclables y poco contaminantes y permiten una producción más rápida, generando a la vez menos residuos. Se adaptan a las necesidades de una comunidad en cada momento.

9. Ejercicio físico: más espacios públicos para hacer ejercicio, como parques, pistas de carrera y ciclovías, y que se promueva el uso de transporte activo, como caminar o andar en bicicleta.

10. Movilidad sostenible: unida a la anterior, seguir la pirámide de la movilidad (el peatón ocupa la cima de la Pirámide de la Movilidad. Le siguen, en orden descendente:  2) ciclistas; 3) usuarios del servicio de transporte público de pasajeros; 4) prestadores del servicio de transporte de carga y distribución de mercancías; y 5) usuarios de transporte
particular automotriz.) Implementación de infraestructuras para el transporte activo, la promoción del uso de transporte público eléctrico y compartido y una buena infraestructura de carga de fuente renovable. Aquí hay que mencionar también nuevas tendencias como la micromovilidad o la integración de generadores de electricidad en el propio vehículo, que después puede dar a la infraestructura.

11. Smart homes: incorporación de tecnologías como la robótica y la automatización, lo que permite el control de la energía y la iluminación de manera más eficiente. Además, se espera que los hogares sean capaces de monitorizar su consumo de energía y que se promueva el uso de electrodomésticos y dispositivos más eficientes.

12. Comunidades sostenibles e impacto positivo: comunidades y empresas que fomenten la economía circular, la colaboración y la creación de empleos sostenibles. Los negocios deben ambicionar no solo a causar un impacto “0”, o a compensar las emisiones, sino a optimizar toda la cadena de valor y generar un impacto positivo con cada compra. Como dijo Yoda: «Difícil de ver es. Siempre en movimiento el futuro está».

Pero algo podemos ver: la sostenibilidad debe ocupar un papel fundamental. En donde la tecnología y los datos sirvan como medio para mejorar la vida de los que formamos realmente las ciudades, cada uno de nosotros. Ciudades autosuficientes, accesibles, naturales, alegres, bonitas, eficientes, inteligentes, cuidando el medio ambiente, respetando la libertad de los ciudadanos, fomentando la educación, el deporte y la espiritualidad. Logrando un impacto positivo, no solo neutro. Para lograr un mundo sostenible lo que tenemos que hacer es ver dentro de nosotros mismos, qué nos mueve, qué amamos, qué queremos hacer. Esto es lo que nos permitirá crear nuestro impacto, evitar el odio y amar al planeta y las personas. Y es que debemos ser el cambio, no solo que «queremos» ver en el mundo, sino que «necesita» el mundo. Intento aplicar esta idea en mi vida en cada proyecto, en cada conversación, en cada acto del día a día. Me parece que conecta la búsqueda de un propósito de vida con el espíritu emprendedor de llevar tus sueños a la realidad. De ser ejemplo vivo de tu misión, de pensar en lo que tienes por ganar VS en lo que puedes perder. Cuando te das cuenta de que todo lo que tienes es un regalo, cada segundo es
una bendición.

Ahora nos toca a nosotros. ¿Cómo te imaginas las ciudades del futuro? ¿cómo lo estás
llevando a la realidad? ¿cuál es tu propósito que te hace trabajar por un mundo mejor?